Antes del partido de este domingo, el séptimo y decisivo de la serie entre sus Golden State Warriors y los Houston Rockets, Buddy Hield nunca había anotado más de 20 puntos en un partido de postemporada. De hecho, su promedio en 10 juegos (todos entre 2024 y 2025) apenas superaba las seis unidades.
Sin embargo, casi como si el espíritu de Stephen Curry hubiera entrado en su cuerpo, el bahameño tuvo una explosión ofensiva espectacular, que ayudó a encaminar la victoria de los Warriors en Houston por 103-89.
Hield ya había superado su récord en Playoffs en la primera mitad del séptimo duelo ante los Rockets. El ex76ers llevaba 22 puntos, con un 8 de 9 de campo y un casi perfecto 6 de 7 en triples.
¿Curry? 1 de 7 de campo, 1 de 6 en triples y 3 puntos durante un primer tiempo que quedó en manos de Golden State por 51-39. Hield se apagó levemente en el segundo tiempo pero reapareció en el cierre, con un par de dagas que terminaron de asegurar la victoria, en camino a sus 33 puntos.
Buddy Buddy's got 25!
— Golden State Warriors (@warriors) May 5, 2025
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Un dato impensado: Hield, con sus ocho triples, estableció un nuevo récord de franquicia para un Partido 7, superando la marca de siete conversiones que había registrado Curry en el pasado.
Claro que Hield no estuvo solo y cuando el escolta bajó el ritmo aparecieron otros Warriors: Jimmy Butler tuvo un aporte sostenido durante toda la noche; Draymond Green fue clave en ambos costados y, sobre todo, Stephen Curry fue encontrando algunos espacios para sacarse de encima la pegajosa marca de Amen Thompson -de enorme actuación en ambos costados-.
Curry anotó 19 de sus 22 puntos en la segunda mitad, mientras que Butler colaboró con 20 tantos, 8 rebotes y 7 asistencias. ¿Draymond? 16 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias.
A DAGGER-FILLED SEQUENCE FROM STEPH & GOLDEN STATE 😱 pic.twitter.com/OPUJXESQQL
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Fuera de esas contribuciones en ataque, lo cierto es que Golden State ganó el partido con una defensa digna de un equipo que sabe exactamente cómo jugar -y ganar- esta clase de partidos.
Houston hizo su parte con sus limitaciones en ataque, pero los Warriors, con Draymond y con minutos importantes del siempre confiable Kevon Looney, sacaron ventaja del baloncesto permisivo que propuso el árbitraje y le ganaron a Houston en su propio terreno: el de la lucha y el contacto físico permanente.
Steven Adams no tuvo el impacto de otros juegos. Alperen Sengün tuvo que luchar el triple para cada anotación. Y Jalen Green fue una sombra a la que apenas se vio sobre el campo de juego.
Los Rockets le dicen adiós a su temporada. Golden State ya piensa en Minnesota.